Hay partidas presupuestarias que son sencillamente impopulares. Un gasto excesivo de las mismas es mal digerido por una ciudadanía castigada por tantos recortes.
Por el contrario, hay otros gastos cuyas disminuciones son muy contestadas y cualquier aumento se recibe como a Cleopatra entrando en Roma.
Hay mucho maniqueísmo en los análisis de cualquier presupuesto y mucha frase hueca convertida en mantra. Ni todo gasto corriente es prescindible ni cualquier gasto de inversión está lleno de bondades para los ciudadanos.
Y si hay algún gasto que se encuentra encaramado en el Top Ten de los considerados superfluos, estos son los de Publicidad y Propaganda.
Aunque detrás de la ejecución de estos gastos se encuentran empresas, no es de recibo que exista una prioridad encubierta en una propaganda encaminada al autobombo o al narcisismo político del gobierno en cuestión. Si esto ocurriera, las prioridades del presupuesto harían aguas por todas partes.
Recientemente, con cargo al presupuesto municipal, se han tomado decisiones que comprometen 560.000 euros para propaganda de Emasesa y el ICAS. ¿Qué va a difundir la empresa de aguas? ¿Acaso un consumo responsable, acaso las obras que realiza? Disponer 400.000 euros para este fin es vergonzoso.
En el caso del ICAS es sonrojante gastar 160.000 euros precisamente ahora frente a los 10.000 anuales para libros en las bibliotecas.
Desterremos cualquier sospecha en vincular estos gastos con las próximas elecciones municipales. No creo que tenga nada que ver, seguramente son casualidades del calendario.
